Muchos no pueden leer y es por muchas razones

En algunas comunidades es un problema de múltiples generaciones, pero la pobreza no es el único factor.

This article was originally published in The Notebook. In August 2020, The Notebook became Chalkbeat Philadelphia.

Durante su esfuerzo para entender por qué algunos de sus estudiantes de escuela elemental batallan con la lectura, Daun Kauffman a veces ha aprendido mucho tanto en las visitas a los hogares como en su propio salón de clases.

Kauffman ahora enseña 2do grado en la Escuela elemental Juniata Park, pero por más de una década fue maestro en su propia comunidad en Hunting Park, donde las familias luchan para balancear muchos problemas cotidianos.

“Los retos de los estudiantes en Hunting Park se me hicieron rápida­mente claros en persona”, dice él.

“Usualmente hay solo un adulto a cargo, y a menudo esa persona está preocupada con primero asegurar que los niños tengan comida y ropa. Es común que haya un mínimo de muebles y a menudo no tienen auto. No es sorprendente que con frecuencia haya pocos o nada de libros de referencia en el hogar.

“Leer y escribir es importante, pero no más que tener comida. Es difícil ser testigo de eso, pero más difícil es vivirlo”.

Los maestros, sicólogos de educación y proveedores de educación para leer y escribir citan una larga lista de motivos por los que tantos niños en escuela elemental en Filadelfia están atrasados en lectura:

• Trauma y ambientes de estrés en el hogar, que incluyen padres que posiblemente tienen problemas también para leer.

• Falta de guarderías de calidad y oportunidades para ir a un preescolar

• Enseñanza de lectura deficiente en los grados K-3

• Falta de recursos en el salón de clases, como por ejemplo libros apropiados para la edad

• Tamaños de clase que hacen difícil ofrecer ayuda especial cuando se necesita

• Problemas de salud y aprendizaje, desde mala nutrición hasta asma y dislexia.

Los funcionarios del Distrito Escolar dicen que el asma es de particular preocupación porque es más la probabilidad de resultar en ausentismo excesivo Y además, la baja incidencia de alfabetismo entre los padres también se ha asociado con un peor cuidado del asma en los niños.

“Es un factor sobre otro”, dice Jeanne Lehrer, vicepresidente de salud conductual de niños en los NorthEast Treatment Centers, que prestan sus servicios en Filadelfia y Delaware.

“No dormir bien, la nutrición, es más, hasta trauma.

“El sistema escolar en Filadelfia es sumamente estresado. Hay niños que se portan mal porque no pueden leer, y entonces se convierte en un problema de conducta. A veces están despiertos toda la noche y no vienen a la escuela preparados para aprender. Este reto es como pelar una cebolla.

“Van a seguir luchando con la lectura a menos que sus necesidades básicas sean cumplidas.”

Un estudio frecuentemente citado del 1995, realizado por los sicólogos de niños de la Universidad de Kansas Betty Hart y Todd R. Risley, muestra los diferentes mundos lingüísticos en los que los niños pasan sus primeros años.

Hart y Risley descubrieron que en las familias profesionales, los niños escuchan un promedio de 2,153 palabras por hora. En las familias de clase trabajadora, escuchan un promedio de 1,251 palabras por hora, y en las familias de bajos recursos, ese promedio es de 616.

Al llegar a los 4 años, un niño de una familia que recibe bienestar social podría haber escuchado 32 millones de palabras menos que un compañero proveniente de una familia profesional.

Dado que las edades de 0-3 años ge­neralmente se consideran como los años clave para el desarrollo lingüístico de un niño, la pregunta entonces es: ¿Se puede mejorar esta brecha para los niños que están creciendo en pobreza?

“A decir verdad, no lo sabemos”, dice Kathy Hirsh-Pasek, profesora de sicología de Temple University y experta nacional­mente reconocida en el aprendizaje en la niñez, cuya investigación examina la calidad de las conversaciones con niños.

Judith Renyi, directora ejecutiva de la Comisión del Alcalde para el Alfabetismo, dice, “No se pueden mejorar las escuelas públicas hasta que se tome en cuenta de dónde vienen esos niños. Yo no puedo de­rrotar la pobreza enfocándome en los niños”.

Renyi agrega que enseñarle a un adulto a leer lo suficientemente bien como para competir en el mercado de empleos también significa enseñarles cómo “responder ante la tarea de un niño”.

Aprovechar cuando están listos

Uno de los optimistas en cuanto a lo que las escuelas pueden lograr es Joel Zarrow, director ejecutivo de la Children’s Literacy Initiative de Filadelfia, la cual está capacitando y entrenando a maestros y proporcionando libros en 35 escuelas del Distrito y 12 escuelas chárter.

A diferencia de otras personas de ese campo, Zarrow cree que “los niños vienen listos para leer” a pesar de cosas como trauma, lo cual dice él que “está recibiendo la atención que merece”.

Pero dice que en muchos salones de clase de las escuelas elementales no se apro­vecha que los niños están listos.

“Los maestros a menudo no tienen la capacitación ni las destrezas básicas para enseñar lectura y escritura en la niñez temprana. Los programas de certificación de maestros están bien llenos de otros tipos de requisitos”, dice.

“La atención que le prestan a la lectura y escritura temprana es demasiado limitada”. Él nota una falta de tiempo de preparación y tiempo de colaboración para los maestros como “un problema crónico de los distritos urbanos”.

Zarrow también dice que muchas escuelas del Distrito carecen no solo de libros, sino de “libros apropiados para la edad y la cultura”.

En el caso de los estudiantes que están aprendiendo inglés, él pregunta, “¿Hay libros en español disponibles para que ellos lean en Kinder y primer grado?

“Si uno apoya el desarrollo de la lectura y escritura en el idioma nativo de los estudiantes, estarán mejor equipados para cruzar el puente al idioma nuevo. Entender la formación de palabras y la fonética pue­de ocurrir no importa si uno está leyendo en español o en inglés. El desarrollo cerebral es el mismo”.

Kauffman (quien escribe el blog sobre la educación pública lucidwitness.com) también menciona la necesidad de tener los libros correctos. Él señala que hay investigaciones sobre la importancia de que los estudiantes puedan leer libros que hayan seleccionado ellos mismos de entre una colección apropiada para su nivel en vez de leer libros de un nivel superior al actual.

Para Daniel DiMartino, maestro de Kinder de Juniata Park, los problemas para preparar a un niño para la lectura son tanto viejos como nuevos.

“Poner a 30 niños en un salón de 3er grado quizás esté bien, ¿pero 30 en Kin­der?” dice él. “Cuando uno tiene 30 niños en el salón [de Kinder], no les puede dar ayuda adicional”.

En años recientes, dice, ha visto que más y más niños vienen a la escuela sin haber asistido a una guardería o preescolar de calidad. Cuando habló de eso con la madre de un niño que estaba teniendo problemas para ajustarse a su clase, y ella le contó que en el centro de Head Start al que iba, “siempre que yo iba los niños estaban simplemente corriendo”.

Romper el ciclo

La fuerte pobreza en Filadelfia es ciertamente una de las causas de los problemas de analfabetismo en la ciudad. Walter Licht y otros historiadores de la Universidad de Pensilvania han trazado la fuerte pobreza de Filadelfia hasta la erosión gradual de los trabajos de manufactura que empezó hace más de un siglo.

Trabajar con adultos y niños para rom­per el ciclo de pobreza que persiste a través de múltiples generaciones ‘tiene su truco’, dice Michael Westover, director ejecutivo del Center for Literacy (CFL). Pero es necesario para mejorar la tasa de alfabetismo.

Renyi dice que los padres tienen que participar en el proceso. Esto incluye, dice ella, que los padres puedan usar computadoras para ayudar a sus hijos en la lectura.

“Tú quieres padres que se involucren con la tecnología, no que le tengan miedo”, dice Renyi.

El Programa de Alfabetismo para la Familia del CFL no solo les enseña a los padres a leer, sino a cómo leerles a sus hijos.

“Si estamos leyendo un libro como ‘The Very Hungry Caterpillar’, también les enseñamos a recortar figuras de papel para reforzar la lectura”, dice Westover.

“Cuando los padres e hijos están [ambos] entusiasmados con aprender, estás incentivando a la familia”.

En muchos casos, sin embargo, cuan­do la madre logra encontrar un trabajo eso significa que tendrá menos tiempo para dedicarles a los hijos.

“Este círculo vicioso nunca acaba”, dice Westover. “Ellos van a clase, les va bien y luego se van”, posiblemente a un trabajo de turnos cuyo itinerario las aleja del hogar a la hora de hacer las tareas.

Por la madre estar trabajando, es posible que el padre, otros familiares o los vecinos se ocupen de los niños, dice Westover, y es posible que algunos de ellos todavía no sepan leer. Lo mejor es que la misma persona los cuide siempre, dice él.

Y entonces está el inmenso volumen de necesidad.

“Hay 225,000 [adultos] en Filadelfia que necesitan nuestros servicios, pero solamente podemos atender a 1,600 [anualmente]. Eso es una locura”, dice Westover.

De todos modos, hay quien se muestra optimista.

Kauffman dice que siempre ve familias preocupadas a las que sí les importa mucho que sus hijos aprendan a leer, y a leer bien.

“Esas familias nos agradecen nuestra labor”.

Y aunque las escuelas no pueden elimi­nar totalmente los efectos de la pobreza, dice Zarrow, pueden combatirla con mayor eficacia.

“Nosotros tenemos control sobre lo que los maestros aprenden, lo que los maestros enseñan, y sobre cómo se les apoya”, dice.

“Si a un principal de escuela le entusiasma que sus estudiantes lean, eso es fantástico”.