This article was originally published in The Notebook. In August 2020, The Notebook became Chalkbeat Philadelphia.
Sentado en una mesa de la cafetería en el Community College of Philadelphia, Cheick Kante no hace ningún esfuerzo por ocultar su frustración.
"A veces quisiera no haberme mudado acá nunca", dice Kante, un alto joven de 22 años que está estudiando una carrera en sistemas de información en el CCP. "Nunca pensé que sería así".
Pocas horas después y a poca distancia, Mohamed Kakay es un ejemplo de seguridad en sí mismo mientras conversa en un Starbucks cerca de la Universidad de Pensilvania, donde es estudiante graduado de estudios globales. "He tenido que esforzarme el doble", dice Kakay, también de 22 años. "Pero hay recursos disponibles para los estudiantes inmigrantes".
Kante, natural de Mali que emigró hace cinco años con el sueño de jugar fútbol americano en la universidad, no tiene documentos y está luchando.
Kakay es de Sierra León, vino a Estados Unidos en el 2002 a reunirse con su tío, que pronto le pudo obtener su tarjeta de residencia. Para él, eso abrió las puertas a becas, ayuda financiera y una matrícula de menos costo.
Estos beneficios les son negados a estudiantes como Kante, que se graduó de la Escuela Superior Bartram y desde entonces ha trabajado en restaurantes o como cargador de camiones para tratar de terminar sus estudios en el CCP. "A veces abusan de uno", por no tener la tarjeta de residente, dice Kante. "Cargas dos camiones y te pagan sólo por uno".
Los estudiantes, consejeros y activistas de inmigración dicen que la falta de documentos es la barrera más alta que enfrentan los estudiantes de otros países y que posiblemente lo siga siendo a menos que una tal "Ley de Sueños", que podría aumentar el acceso a ayuda financiera y matrículas de menos costo, sea aprobada a nivel estatal o federal.
Ellos dicen, sin embargo, que la falta de documentos no es el único problema. Citan que además existen problemas de idioma y culturales, y también dificultad para navegar un mar bastante confuso de opciones educativas.
"Cuando tienes un acento, siempre se burlan de ti", dice Kakay, graduado de la Escuela Intermedia Pepper, la Escuela Superior University City y la Widener University.
Necesidad de apoyo
Wei Chen, un joven de 20 años de la Provincia Fujian en China, ocupó los titulares de noticias en la ciudad en el 2010, cuando dirigió un boicot de estudiantes asiáticos en la Escuela Superior South Philadelphia en protesta a ataques violentos y maltrato constante por parte de otros estudiantes.
Wei ahora trabaja como organizador de la organización Asian Americans Unitedy asiste a clases de Inglés como Segundo Idioma (ESL) en el CCP a fin de prepararse para el currículo regular, que incluye materias como ciencias políticas. Él dice que el ambiente en la escuela superior definitivamente demoró su progreso para aprender inglés. "No podía prestarle atención al trabajo de la escuela".
Como muchos estudiantes inmigrantes, ha visto que el camino se ha hecho más fácil gracias a haber encontrado los mentores y consejeros adecuados. En particular, nos habló de Judith Reitzes, especialista en ESL en el laboratorio de aprendizaje del CCP. "Cada vez que digo, ‘es demasiado difícil’, ella me contesta, ‘Tú puedes mejorar’", dice él.
John Bernard, consejero de ESL y estudiantes internacionales en el CCP, dice que "la cultura es el punto esencial" y que las clases de ESL, que unen a estudiantes de diferentes países, también ayudan a los estudiantes a ajustarse.
"Es difícil navegar el sistema cuando uno no habla el idioma bien", añade Cathey White, que dirije el centro de acceso a la universidad del Philadelphia Education Fund en The Gallery. "No es algo que los consejeros [de escuela superior] estén resolviendo".
White dice que muchos estudiantes inmigrantes escriben inglés mejor que como lo hablan, y por lo tanto a menudo ella se comunica con ellos de esa manera aunque estén sentados a su lado.
En general, dice White, los estudiantes que ella atiende – ya sean nativos o inmigrantes – "no tienen idea de dónde empezar".
Miguel Andrade, organizador joven del grupo comunitario latino JUNTOS, dice que la ignorancia sobre las oportunidades de educación universitaria es bastante extensa, y que muchos estudiantes indocumentados creen erróneamente que no pueden asistir a la universidad.
"La falta de información se traduce a una falta de motivación", dice Andrade. "Algunos estudiantes dejan de estudiar por ignorancia. Una vez saben que pueden [ir a la universidad], la mayoría quiere hacerlo".
Andrade dice que su grupo se reunió con Pedro Ramos, (presidente de la Comisión para la Reforma Escolar) para discutir cómo mejorar los servicios de orientación para los estudiantes inmigrantes de escuela superior y que se iban a acercar a los principales de las escuelas superiores. Ramos dice que el asunto le preocupa y acordó trabajar con las escuelas para asegurar que "estemos haciendo todo lo posible por dar información correcta".
Kante dice que a él le hubiese gustado tener esa ventaja. Dice que aunque la Escuela Superior Bartram estaba encantada con sus talentos como jugador de fútbol americano, nadie le dijo cuán difícil sería obtener una beca universitaria como jugador de ese deporte. "Ellos ‘tiraron la toalla’ conmigo", dice.
Barrera financiera
Sin embargo, lo que ninguna cantidad de orientación puede cambiar son las leyes de Pensilvania, que sólo permiten que los residentes legales de un condado obtengan el precio de matrícula "local" en las escuelas respaldadas por el estado: en el caso del CCP, $500 por crédito. Los residentes que vivan en otros lugares del estado deberán pagar $1,000 y los demás – que incluyen a los estudiantes indocumentados – deberán pagar la tarifa completa de $1,500. Además, tampoco son elegibles para obtener subvenciones ni préstamos federales.
Por otro lado, hasta los estudiantes documentados y sus familias tienen que batallar, dice Darren Spielman, director ejecutivo del Philadelphia Education Fund, porque "Usualmente no están en condiciones para asumir una gran cantidad de deuda." El papá de Wei Chen fue conductor de un autobús a "Chinatown" por muchos años antes de poder traer a su familia al país.
En el caso de los estudiantes documentados, el fondo provee un poco de ayuda con becas. Kakay dice que sin la ayuda de ellos y de Philadelphia Futures, otro grupo que ayuda a los estudiantes de pocos ingresos, él nunca hubiese podido obtener su diploma universitario de la Widener University.
El fondo ofrece asesoría para los estudiantes indocumentados pero no tiene ayuda financiera, ya que trata de maximizar el dinero disponible haciendo que los estudiantes soliciten ayuda federal primero, y esa sólo está disponible para los ciudadanos de EE.UU.
Cesar Marroquín, organizador de DreamActivist Pennsylvania, dice que pocas universidades, incluyendo el Bryn Mawr College, la Eastern University, y la Universidad de Pensilvania le han dado ayuda financiera a algunos estudiantes indocumentados pero que "muchos de ellos no se gradúan con promedios altos".
Él mismo asistió al Montgomery County Community College y se dio de baja por falta de recursos, pero dice que tiene esperanzas de regresar a la universidad.
Marroquín y otros estudiantes inmigrantes dicen que a pesar de los obstáculos, la motivación para seguir adelante y tener éxito es bastante poderosa.
A pesar de su frustración, Kante está de acuerdo: "En verdad me quiero quedar y tener una vida aquí".