Durante este Mes de la Herencia Hispana, los salones de clase de Alicia Jones-Lumbuz en Houston se avivaron con canciones folklóricas de Nicaragua y canciones del musical In the Heights, cuya historia gira en torno a una comunidad Dominicana en el barrio Washington Heights de Nueva York.
Las interpretaciones en persona y con mascarilla fueron más dulces, aunque un poco más tranquilas, que las interpretaciones en Zoom en los últimos dos años.
“Todavía estamos aprendiendo a hablar más fuerte,” Jones-Lumbuz le dijo a Chalkbeat. “Esta ha sido una temporada muy difícil para todos, y en especial para los niños. Ellos están ahora regresando a la escuela más callados y con más inseguridad. Yo quiero que ellos canten fuerte y se sientan orgullosos de quienes son. Quiero que se vean representados en nuestras canciones.”
Chalkbeat habló este mes con maestros y estudiantes hispanos y latinos de todo el país acerca de cómo están celebrando sus culturas y navegando esta época de pérdida. Las poblaciones hispanas y latinas de todo el país representan una cifra desproporcionada de muertes por COVID-19, y la pandemia exacerbó las desigualdades ya existentes para los estudiantes hispanos y latinos — ampliando las brechas en educación y causando bajas drásticas en la matrícula universitaria.
Para estudiantes como Inés Adriana Martínez, la pandemia puso su carrera universitaria de cabeza por tener nuevas responsabilidades en el hogar.
“Me aceptaron en UC Davis, pero por COVID, decidí matricularme en una universidad comunitaria local para luego transferirme,” dijo Inés, que ahora cursa su segundo año en el Cabrillo College en California. “Debido a la pandemia, ahora soy más responsable financieramente no solo por mí misma, sino también por mi familia. Y me di cuenta de lo poco que sabía. Yo quería saber mucho más.”
Las historias de Inés y de otros estudiantes a continuación están salpicadas con poesía y obras de arte de estudiantes de todo el país. Sus ensayos fueron levemente editados para acortarlos y que fueran más claros.
En Chalkbeat sabemos que las historias de estudiantes y educadores hispanos y latinos se deben contar todo el año, no solamente durante este mes. ¿Tienes una idea de reportaje para nosotros? ¿Algún estudiante o educador que deberíamos entrevistar? Envíanos un email a community@chalkbeat.org.
Alexa Maqueo-Toledo, 21, Maryville, Tennessee
Senior, Maryville College
Nací en la Ciudad de México y me mudé a Tennessee cuando estaba en escuela primaria. Desde que tengo uso de razón, éramos solamente mi mamá y yo. Cuando mi abuelita se enfermó en marzo de 2020, mi mamá era la única que podía fácilmente regresar a México para cuidarla. Sabíamos que iba a ser difícil separarnos — pero no teníamos idea de lo que la pandemia iba a hacer en el mundo. Usamos Zoom todo el tiempo para conversar y reunir a la familia, y estamos tratando de lograr que pueda venir a mi graduación en mayo, pero parece que no será posible.
Gran parte de mi vida y mis decisiones han estado atadas a mi estatus migratorio, ya que soy parte de DACA. Me enteré de mi estatus a los 14 años, cuando traté de conseguir licencia de manejar como el resto de mis amigos. Fue entonces que mi familia me contó. Yo crecí en la comunidad de inmigrantes, mi tía era muy activa y mi mamá daba clases de inglés. Yo fui testigo de familias destrozadas por deportaciones. Siempre quise ir a la universidad, pero al enterarme de mi estatus, el sueño se empañó un poco.
No fue hasta mi último año de secundaria que realmente ‘me cayó el veinte’. Tuve que solicitar a las universidades como estudiante internacional, y no califiqué para programas de becas ni para pagar matrícula de residente del estado. Afortunadamente, tuve un consejero académico excelente que no permitió que me rindiera — y solicité admisión a Maryville, que en ese momento se había unido a Equal Chance for Education [una organización de Tennessee que les brinda becas a los Dreamers].
Cuando llegué a Maryville, que es una pequeña universidad especializada en artes liberales, el primer estudiante abiertamente indocumentado de la universidad ya estaba en su año senior. Él fue mi mentor, y puedo decir orgullosamente que 15 estudiantes nos graduaremos este año. Todos vamos a usar la misma estola en la graduación. Y estamos esforzándonos para que el camino sea más fácil para los próximos estudiantes. Una de las misiones de mi vida es que haya igualdad en el precio de la matrícula. Mi pasión se enfoca en particular en estudiantes inmigrantes e indocumentados, para que puedan pagar el precio de matrícula de un residente del estado y obtener ayudas igual que cualquier otro estudiante de secundaria en Tennessee. Ellos no deberían tener que hacer tantas maromas ni enfrentar los retos que yo tuve, pero que pude navegar gracias a mi orientador académico de secundaria.
Cuando mucha gente piensa en “indocumentados,” la imagen que tienen es de criminales. No piensan en la niña que llevaron a la práctica de fútbol cuando sus hijos eran pequeños. No piensan en la gente con que creció su familia. No piensan en una chica que está moviendo montañas para educarse más, para contribuir a la sociedad. Yo quiero que me vean a mí.
Alicia Jones-Lumbuz, Houston, Texas
Directora de coro y líder de contenido del distrito escolar KIPP Texas Public Schools: Houston
He sido maestra de coro por más de 23 años — y estoy acostumbrada a que mis estudiantes de quinto a octavo grado entren al salón entusiasmados y listos para cantar, y con frecuencia me dejan exhausta después de haber tenido que contener su fantástica pero caótica energía. Pero este año no fue así. Muchos de mis estudiantes han tenido que sobrellevar esta pandemia desde tercer grado, y su nivel de energía es poco.
Apenas sonríen, hablan y cantan bajito, y cuando trabajamos en coreografías, sus movimientos son letárgicos. Varios estudiantes están contentos de haber regresado en persona — su energía es intensa y es difícil calmarlos después de completar actividades divertidas o cantar. Por supuesto, yo le doy la bienvenida a ese entusiasmo y alegría para contrarrestar el silencio.
Yo sé que mis estudiantes necesitan que mi salón sea un lugar seguro para procesar este año — para procesar el duelo de haber perdido seres queridos durante la pandemia o para estar en persona en ambientes que parecen nuevos o les causan temor. Pero desde antes de la pandemia yo sabía cómo crear en mi salón un ambiente en el que los estudiantes pudieran procesar interrogantes grandes en torno a su identidad. Yo recuerdo cómo se sentía estar en escuela primaria y que otro estudiante me preguntara, “¿Y tú qué eres?” Yo no me veía como los demás niños hispanos en Florida, donde pasé parte de mi niñez, y tampoco me veía suficientemente negra. Y definitivamente no era blanca. Entonces, ¿qué era? Mis padres — de Puerto Rico y Jamaica — me brindaron un espacio sumamente acogedor y de mucho apoyo para que procesara esas preguntas, y ahora yo les ofrezco lo mismo a mis estudiantes.
Nuestros sistemas y líderes escolares necesitan entender que los hispanos no somos un monolito. Yo me siento orgullosa de mis raíces y les transmito lo mismo especialmente a los estudiantes afrolatinos, que quizás no se sientan vistos o aceptados. Para celebrar el Mes de la Herencia Hispana este año, me puse una camiseta que decía: Taína, Africana y Española. Les expliqué a mis estudiantes que los taínos fueron los indígenas de Puerto Rico y el Caribe, que los africanos fueron traídos a Latinoamérica para ser esclavos (igual que ocurrió en Estados Unidos), y cómo España y otros países europeos colonizaron a Latinoamérica. Les dije a mis estudiantes que, sin estas tres culturas, yo no sería quien soy ahora.
De mis ancestros indígenas heredé el carácter para ser humilde, creativa, amorosa, generosa, paciente y sabia, y la habilidad musical. De mis ancestros africanos heredé fuerza, sabiduría espiritual, persistencia, y mi amor por el ritmo. Y de mis ancestros españoles heredé visión y aprendí cómo se puede destruir una vida si permito que la avaricia y el egoísmo me dominen. De mis ancestros españoles también heredé el amor por la melodía. Sin estos ancestros, las culturas hispanas y latinas no existirían. Sin estas culturas, no existiría la infecciosa música latina y tampoco el hip-hop. El objetivo de estas lecciones es que todos mis estudiantes, pero en especial mis estudiantes latinos y negros, se sientan orgullosos de sus raíces y de sus ancestros, y que amen su identidad.
Inés Adriana Martínez, 19, Santa Cruz, California
Estudiante de segundo año de universidad, Cabrillo College
Antes del COVID, yo bailaba muchos bailes folklóricos. Me encantaba aprender más sobre mi herencia, mi trasfondo, y de la historia de México, mi país de procedencia. Me daba una sensación de empoderamiento. Hay un evento local llamado La Guelaguetza, y es una celebración indígena de Oaxaca, México. Con la música y los bailes, es un evento hermoso.
Me aceptaron en UC Davis, pero por COVID, decidí matricularme en una universidad comunitaria local para luego transferirme. Preferí quedarme en la casa y ayudar.
Soy la mayor de la casa, y tenía que cuidar a mi hermana menor. Eso requirió mucha coordinación. Tanto ella como yo estábamos asistiendo a clases en línea, y tuve que acomodar mis clases alrededor de las de ella. Ella se distraía, y yo tenía que decirle que prestara atención y se asegurara de estar en la cámara. Yo hacía mi tarea en las tardes, y también trataba de sacarla al parque para caminar. La realidad es que todos lo necesitábamos. En la escuela virtual, ella era más sensitiva, se enojaba más, y era más tímida. Buscamos consejería en la escuela, y eso la ayudó.
Cuando yo empecé mis clases virtuales de universidad, me sentí un poco perdida. Descubrí rápidamente que no me gusta estar en una computadora por mucho tiempo. Me cansaba, y no tenía energía para hacer nada. Hubiese sido útil que ellos ofrecieran más recursos de salud mental, como por ejemplo acceso gratuito para hablar con alguien. Eso me hubiese ayudado, porque estaba bien estresada.
Mi mamá trabajó todo el tiempo durante la pandemia; de hecho, creo que trabajó mucho más [de lo normal]. Ella trabaja en una fábrica de té. Mi papá trabaja en construcción y no tuvo trabajo por un tiempo, por lo que todo el sustento provenía de mi mamá. Noté que ella estaba realmente estresada. Cuando se iba en la mañana, mi hermana y yo estábamos todavía durmiendo. Yo hacía todo el trabajo del hogar, como limpiar, cocinar, y cuidar a mi hermana, pero nunca lo hice pensando ‘Ay dios mío, tengo que hacer esto. No quiero, pero lo tengo que hacer’. No fue así. Mi actitud era: ‘Voy a hacerlo porque es mi trabajo nuevo. Estoy ayudando a mi mamá, estoy ayudando a mi papá, y soy miembro de este equipo’.
Creo que hay algo muy bonito en el esfuerzo, ya que uno llega a apreciar más lo que tiene, y también se enfoca más — es como tener un plan para lograr lo que uno quiere. Y no solo eso, sino también tener un plan de respaldo, porque nunca se sabe.
Ahora estoy estudiando administración de empresas. Debido a la pandemia, ahora soy más responsable financieramente no solo por mí misma, sino también por mi familia. Y me di cuenta de lo poco que sabía. Yo quería saber mucho más. Tengo una tía que tiene su propio negocio. Es una guardería, y a mí me parece que es una idea genial. Siempre me ha gustado la idea de ser mi propio jefe, una girl boss.
Dennis Martin, Newark, Nueva Jersey
Maestro de Kinder en la KIPP Spark Academy
Una de las cosas más duras que vi como estudiante de maestro el último año fue cómo los padres con barreras de idioma tenían dificultad para ayudar a sus hijos a entrar a las clases remotas. Hubo frustración, desesperación y preocupación. Todo lo que ellos querían era que sus hijos de Kinder pudieran recibir cada minuto posible de la clase, aunque fuera a través de una pantalla de computadora.
Como el único maestro que hablaba español en un salón cuya mayoría de los estudiantes eran latinos, con mucho orgullo ayudé a esas familias durante esa época de mucha ansiedad mientras ellos pasaban por los estragos del COVID-19. Ya fuera ayudándolos a entrar a la clase virtual y a desactivar los pop-ups para que sus hijos pudieran tomar un examen, o sirviendo como intérprete durante las conferencias con los maestros, los pude ayudar bastante.
Pero mi apoyo más significativo fue crear un espacio seguro para que los estudiantes se sintieran orgullosos de su identidad y sus culturas.
Ese espacio seguro se puede lograr de diferentes maneras, según las herramientas y recursos disponibles. En las conversaciones en video del año pasado, invité a los estudiantes a hablar conmigo en ambos idiomas si eso les hacía sentir más cómodos al expresarse. Este año, como maestro de Kinder presencial en la KIPP Spark Academy, he incorporado en el salón mi amor por la música de bachata y merengue.
Mostrar estos elementos de mi identidad, y mi orgullo como cubano y nicaragüense nacido y criado en Newark, sirve para crear un ambiente en el que los estudiantes latinos pueden también sentir orgullo por esa herencia que les hace sentir alegría.
Los estudiantes latinos no siempre tienen la oportunidad de verse representados en sus maestros. Nacionalmente, solo un 9% de los maestros de escuela pública son hispanos. Yo sé lo importante que es para estos estudiantes tener un maestro que también abogue por ellos, hable como ellos, y vea las cosas de manera similar.
Ahora que el Mes de la Herencia Hispana se acerca a su fin, he estado alentando a mis estudiantes a mostrar orgullo por sus culturas, aunque no sean si son latinos o hispanos. El 1 de octubre la KIPP Spark Academy tuvo un desfile para celebrar el Mes de la Herencia Hispana, y los estudiantes participaron haciendo sus propias maracas, tocándolas, y bailando al son de música. Mientras los observaba, sentí un gran orgullo otra vez mientras ellos reían y bailaban. En ese momento supe que esta también es una experiencia valiosa para mí, porque me veo reflejado en los estudiantes. Verlos expresar su orgullo hispano y latino significó mucho para mí, aunque ellos no lo sepan.