Las escuelas en el epicentro de la campaña de deportaciones de Trump se preparan para el verano

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En junio, cientos de residentes de Pico Rivera, en el sur del condado de Los Ángeles, protestaron contra las redadas de inmigración que lleva a cabo la administración Trump. (Scott Olson / Getty Images)

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A comienzos de junio, la tensión se hizo sentir en el Complejo Educativo de Santee, en Los Ángeles, después de que agentes de inmigración allanaron un depósito de ropa de “fast fashion”, ubicado a solo una milla de distancia.

La tensión se mantuvo luego de que un estudiante se enterara de que su padre y su abuelo habían sido detenidos en las redadas de ese día. Mientras esperaba que alguien viniera a recogerlo, el personal de la escuela estuvo a su lado y se aseguró de que su familia tuviera acceso a los recursos disponibles.

Mientras la escuela, con 1,600 estudiantes, se preparaba para el día de la graduación, la directora Violeta Ruiz respondía mensajes de estudiantes preocupados por Instagram y enviaba notas de voz para asegurar a las familias que asistir a la ceremonia era seguro.

Y cuando comenzaron los programas de verano a mediados de junio, Ruiz se aseguró de que los estudiantes encontraran en ella un rostro familiar al llegar, aunque técnicamente no forma parte del personal de la escuela de verano.

“Me aseguré de estar afuera porque todos los niños me conocen”, dijo Ruiz. “Algunos estaban un poco inquietos, pero en cuanto entraron por nuestras puertas, ya estaban listos para comenzar”.

La experiencia de Ruiz refleja las medidas que han tenido que tomar las escuelas ubicadas en el epicentro de la campaña de deportaciones masivas del presidente Donald Trump para contrarrestar el miedo que se ha extendido en sus comunidades. Escuelas como Santee, donde uno de cada cinco estudiantes está aprendiendo inglés, están invirtiendo tiempo y recursos para mantener a los niños en la escuela y apoyar a familias en crisis.

El Distrito Unificado de Los Ángeles abrió 100 nuevas sedes de escuela de verano tras las redadas, con el objetivo de reducir el tiempo que estudiantes y familias pasan en traslados, ya que en esos trayectos podrían encontrarse con agentes de inmigración.

La situación es crítica: una investigación reciente de la Universidad de Stanford reveló que las redadas de inmigración en California han contribuido a agravar una crisis de ausentismo escolar que ya es alarmante.

Lo que está pasando en Los Ángeles también demuestra por qué es tan importante que los líderes escolares de todo el país mantengan comunicación con las familias durante el verano, señaló Alejandra Vázquez Baur, directora de la Red Nacional de Estudiantes Recién Llegados (National Newcomer Network), una coalición que brinda apoyo a estudiantes inmigrantes que acaban de llegar al país.

Muchas comunidades escolares están sintiendo el impacto del aumento en los operativos de inmigración, señaló Vázquez Baur, desde Charlotte, Carolina del Norte —donde un padre fue detenido cerca de la fila para dejar a los estudiantes en la escuela— hasta la ciudad de Nueva York, donde un estudiante de secundaria fue detenido durante una audiencia migratoria de rutina.

“Es especialmente importante en este momento que los líderes escolares den un paso al frente y se pronuncien sobre este tema, que se comuniquen con las familias y expliquen qué están haciendo de forma diferente para garantizar que las escuelas estén protegidas durante la próxima semana y las que siguen”, dijo Vázquez Baur. “Estas experiencias influirán en la decisión de muchas familias sobre si volverán o no en otoño”.

El peor escenario posible, dijo, sería que los padres evaluaran la situación este verano y decidieran que: “Es demasiado arriesgado mandarte de vuelta”.

Por qué el verano es un momento clave para conectar con las familias inmigrantes

En el primer día de la presidencia de Trump, funcionarios federales revocaron una política de larga data que reconocía a escuelas, iglesias, hospitales y otros espacios que brindan servicios esenciales como “zonas sensibles”, donde las operaciones de inmigración estaban restringidas. Desde entonces no ha habido redadas dentro de las escuelas, pero las acciones llevadas a cabo en sus alrededores han dejado con miedo a muchas comunidades escolares.

En Los Ángeles, por ejemplo, las redadas recientes coincidieron con los preparativos del Distrito Unificado de Los Ángeles para celebrar cientos de ceremonias de graduación y de promoción de grado. Ante el temor que generaron, el distrito sumó presencia de policías escolares en algunos eventos y debió habilitar transmisiones por Zoom para las familias que no se animaban a asistir en persona. Como resultado, algunos padres —cuyos hijos eran los primeros en terminar la secundaria— no pudieron estar presentes para acompañar ese momento tan significativo.

En una conferencia de prensa, el superintendente del Distrito Unificado de Los Ángeles, Alberto Carvalho, dijo que esperaba que la ampliación de la oferta de clases de verano demostrara a las familias inmigrantes que el distrito está comprometido a brindarles apoyo.

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Los estudiantes jugaron dentro de la biblioteca durante un programa de verano del Distrito Unificado de Los Ángeles en julio de 2024. (Dania Maxwell / Los Angeles Times via Getty Images)

Además de ampliar la cantidad de sitios de escuela verano —de 220 a 320—, Carvalho dijo que el distrito ofrecería transporte a cualquier niño cuya familia lo solicitara, con el objetivo de reducir el tiempo que madres, padres o tutores pasan en tránsito. También se ofrecería la opción de asistir a la escuela de verano de manera virtual para quienes tengan miedo de asistir en persona.

“Vamos a dedicar todos los recursos necesarios para hacer todo lo posible por estabilizar su situación y devolverles cierta normalidad, pese a los desafíos que estén enfrentando”, afirmó Carvalho.

Todavía no se sabe con certeza cuánto costará la expansión del programa de escuela de verano, explicó Carvalho. El costo dependerá de cuántos estudiantes se presenten en los nuevos centros y de cuántos empleados adicionales haya que contratar. El programa de escuela de verano del distrito ya era una operación de gran escala, con unos 90,000 estudiantes inscritos en programas académicos tradicionales y otros 40,000 participando en actividades enriquecedoras, como campamentos de matemáticas o natación.

“Esta es una acción sin precedentes en este distrito escolar. Es, una vez más, es la inversión adecuada, en el momento justo, para los estudiantes que más lo necesitan”, afirmó Carvalho.

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El Distrito Unificado de Los Ángeles organiza un amplio programa de verano con actividades académicas y de enriquecimiento para decenas de miles de estudiantes. (Dania Maxwell / Los Angeles Times via Getty Images)

Si bien es fundamental que las escuelas no prometan más de lo que pueden ofrecer en cuanto a su capacidad de protección, señaló Vázquez Baur, este verano pueden informar con claridad a las familias cuáles son sus protocolos ante la presencia de un agente de inmigración en el establecimiento y qué recursos están disponibles si un estudiante o un familiar es detenido fuera de la escuela.

Los directores escolares pueden garantizar que el personal recientemente incorporado reciba la capacitación necesaria para saber cómo actuar ante la presencia de agentes federales de inmigración. También pueden invitar a organizaciones comunitarias de confianza a participar en las actividades de verano, con el objetivo de brindar mayor tranquilidad a las familias. Además, es recomendable que las escuelas revisen y actualicen sus protocolos, especialmente si durante el verano detectan nuevas tácticas de control migratorio.

Por encima de todo, señaló, es fundamental que las escuelas mantengan una comunicación fluida y constante con las familias. Si durante el año escolar se enviaban correos electrónicos semanales, es importante sostener esa práctica, remarcó Vázquez Baur. Y si durante el verano la aplicación de las leyes migratorias afecta a la comunidad escolar en su conjunto, también es clave reconocer esa realidad y abordarla de manera abierta.

“La comunicación no debería interrumpirse durante el verano”, afirmó. “Cuando las familias no tienen información, el miedo crece todavía más.”

Para Ruiz, directora de Santee, mantener informados a los estudiantes y sus familias ha sido clave para conservar la confianza.

En febrero, por ejemplo, cuando agentes de inmigración realizaron sus primeros operativos en Los Ángeles, algunos estudiantes de secundaria de Ruiz comenzaron a salir de la escuela en señal de protesta.

Después de conversar con los estudiantes y el personal, la escuela decidió organizar una asamblea para ofrecer un espacio seguro donde pudieran expresar sus emociones. Los jóvenes presentaron pequeñas obras teatrales sobre qué hacer si un agente los detenía y cómo apoyarse mutuamente si alguien querido fuera detenido. Se enseñaron entre ellos a ser solidarios y a defenderse, dijo Ruiz.

En las semanas siguientes, Ruiz se reunió con madres, padres y personas cuidadoras para asegurarse de que entendieran cuál sería la respuesta de la escuela en caso de una operación migratoria cerca del campus. A los estudiantes se les entregaron “tarjetas rojas” con información sobre sus derechos constitucionales. Algunos docentes colgaron mariposas en las puertas de sus aulas —creadas por el grupo estudiantil MEChA— como gesto de apoyo hacia los estudiantes indocumentados.

Después de que algunas personas del personal diseñaran camisetas con mariposas para usar en la escuela, muchas otras —entre docentes, trabajadores y estudiantes— comenzaron a sumarse usando su propia ropa con mariposas.

Ruiz considera que es una forma silenciosa pero clara de decirles a los estudiantes: Estamos aquí para ustedes.

Traducido por Flavia Melisa Franco

Kalyn Belsha es reportera senior de educación a nivel nacional y está radicada en Chicago. Puedes contactarla en kbelsha@chalkbeat.org.

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