Mi estudiante compartió un poema sobre su temor a la violencia con armas de fuego. Más tarde ese día, le dispararon.

Two police officers stand outside Denver’s East High School as students walk in the background.
Fue un semestre doloroso en East High School en Denver, con múltiples tiroteos trágicos.  (Hyoung Chang / The Denver Post)
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Cada día en mi salón de clases, invito a los estudiantes a que compartan con los demás un poema que hayan escrito. Esta actividad es una manera de hacer que los estudiantes se entre sí y a las diferentes Dénveres en las que vivimos. Los niños de Park Hill comparten sus realidades en Park Hill. Los niños de Swansea comparten sus realidades en Swansea.

Fue en este entorno que, el pasado mes de febrero, Jose Luis Garcia escribió esto: “Mi ciudad es el sonido de disparos … Es que te disparen solo porque estabas en el lugar equivocado en el momento equivocado”. Y luego, más tarde ese día, a Jose Luis — Luis para sus amigos — le dispararon.

Andy Bucher, al centro, con su familia. (Courtesy photo)

El lugar equivocado fue 17th y Esplanade. Está justo al lado del campus de East High School, donde enseño inglés y donde Luis era estudiante de 11º grado e integrante del equipo campeón de fútbol de la escuela. El momento equivocado fue durante el séptimo período. Luis estaba en su coche y murió debido a sus heridas alrededor de dos semanas después de que le dispararan.

Todos pensamos que había escrito poesía, no profecía.

Después del tiroteo, me quedé preocupado por haber hecho algo incorrecto, pero me di cuenta de que mi único pecado fue hacer que los niños se sintieran seguros y compartieran su verdad. La verdad de Luis era que temía que le dispararan.

El mismo grupo de estudiantes se sentó en un círculo dos días después del tiroteo e intentó procesar lo que habíamos escuchado que Luis dijera. Hablamos, lloramos y tratamos de encontrarle sentido a lo que no tiene sentido.

En las siguientes semanas, me obsesioné pensando en formas de abogar a favor del cambio, como con hacer que regresaran los agentes de seguridad armados o SRO [por sus siglas en inglés], quienes por mucho tiempo habían estado presentes en las escuelas de Denver. En junio de 2020, el consejo de educación de Denver votó unánimemente para sacar a los agentes de las escuelas públicas de Denver. Recuerdo cuando nuestro personal se despidió con una ovación de pie, tristemente y a regañadientes, de nuestro SRO, Chris Matlock, su último día. Envié mensajes electrónicos a todos los seis integrantes del consejo de educación de las Escuelas Públicas de Denver; dos de ellos respondieron. Un integrante me dijo, desdeñosamente, que los SRO no regresarían nunca, y otro explicó que estaba equivocado con mi esperanza.

Algunas semanas más tarde, me encontré en una cumbre para la prevención de la violencia con armas de fuego organizada por los estudiantes de East High School. Los estudiantes organizaron la cumbre, pero los participantes eran políticos y administradores.

A mitad de la cumbre, me di cuenta de que la familia de Luis había llegado silenciosamente y encontrado un asiento. Me impresionó que estuvieran ahí, debido a lo que probablemente estarían pasando. Cuando la cumbre terminó, observé mientras su hermano, un estudiante recientemente graduado de East High School, se acercó a un integrante del consejo de educación que se opone a los SRO. Escuché mientras le decía al integrante del consejo: “Si mi hermano hubiera tenido un SRO a quien acudir, quizás estaría vivo hoy”. Escuché cuando el integrante del consejo de educación respondió con: “Siento tu pérdida, pero…” y luego continuó dándole un montón de razones por las que el hermano mayor de Luis estaba equivocado.

Unas semanas después, me senté durante otro cierre de emergencia mientras un estudiante les disparaba a dos de mis amigos y colegas que lo estaban revisando como parte de un plan de seguridad. Y mientras estábamos bajo cierre de emergencia, el superintendente de Denver anunció que enviaría a los SRO de regreso a las escuelas. El día siguiente, el consejo de educación, cuyos integrantes habían ignorado a la comunidad—y habían ignorado a la familia de Luis—finalmente vieron la sabiduría de tener agentes en las escuelas y votaron 6-0 a favor de que regresaran en la primavera. (Hace solo un par de semanas, un consejo dividido de educación votó para mantener a los SRO en las escuelas el próximo año y más adelante.)

Mis estudiantes y yo tenemos un deseo muy simple: seguridad. Lo que quiero es que los integrantes del consejo de educación de Denver escuchen y no supongan que saben más sobre lo que es mejor para las escuelas que los estudiantes, los maestros y las familias que han sufrido la pérdida de un ser querido debido a la violencia con armas de fuego. El regreso de los SRO no es la única solución para la seguridad escolar. Pero es una pieza del rompecabezas que incluye planes prudentes de seguridad, además de explorar posibilidades como cerrar el espacio abierto frente a la escuela o agregar detectores de metales. Necesitamos estar abiertos a nuevas ideas. Necesitamos ser proactivos, no reactivos.

Luis escribió sobre su temor de que le dispararan por estar en “el lugar equivocado en el momento equivocado”. Espero que todas nuestras escuelas, e East High School en particular, dejen de ser el lugar equivocado en el momento equivocado. Y que recordemos a Luis no solo como una víctima de violencia sino también como un estudiante, un campeón de fútbol y un poeta cuyas palabras fueron dolorosamente proféticas.

Andy Bucher es un maestro de inglés en East High School en Denver. Es un esposo y un padre. Sigue fielmente a los Cubs de Chicago y monta semifielmente su bicicleta.



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